El auge de las técnicas experimentales en coloración artística bebe de corrientes como el expresionismo abstracto, además de las primeras y revolucionarias técnicas de X-Presion.
En el arte contemporáneo, el expresionismo abstracto marcó una ruptura radical con las formas figurativas tradicionales, apostando por la emoción pura, el gesto libre y la interacción directa entre materia y superficie. Artistas como Jackson Pollock, con su célebre técnica de dripping, Willem de Kooning, con sus composiciones viscerales, o Gerhard Richter, con sus barridos de color orgánico, redefinieron el acto de crear como una experiencia sensorial y emocional.



Este mismo espíritu de exploración y libertad creativa encontró en la peluquería un nuevo soporte: el cabello como lienzo vivo. Así nació la coloración creativa, una disciplina que va mucho más allá del color tradicional y que se ha convertido en una de las expresiones más audaces y vanguardistas dentro del universo profesional.
Lejos de limitarse a técnicas de coloración comercial, esta corriente apuesta por intervenciones cromáticas de carácter pictórico, con resultados que evocan manchas gestuales, patrones espontáneos, capas de pigmento superpuestas y texturas visuales impredecibles. La peluquería entra así en diálogo directo con el arte, y el colorista se transforma en artista visual.
En este contexto, sin duda, el legendario colectivo madrileño X-presion Creativos fue clave para elevar la peluquería al nivel del arte contemporáneo. Con técnicas revolucionarias como Braille –lanzada por vez primera en 2011–, que incorporaba el tacto como elemento visual, Rain Color, con su estética de gotas cromáticas, o Graphic Organic, de inspiración geométrica y orgánica, entre otras, fueron pioneros en generar una nueva narrativa visual en la profesión.



Este innovador camino en nuestro oficio se basaba en explorar la materia desde lo conceptual, con procesos creativos que desafiaban los límites convencionales del ‘hair art’. Su legado abrió las puertas a una nueva generación de coloristas experimentales que ya no se conforman con los límites establecidos, sino que buscan romperlos a través de nuevos soportes, diferentes materiales y originales metodologías.



El cabello como lienzo artístico
En España, este espíritu creativo ha encontrado terreno fértil en profesionales como el colectivo Experimento No Name, Kumenhair, Jose Moyano o el propio Jorge X de Quantum Hair, co-fundador de X-Presion Creativos y actual Peluquero Internacional del Año, quienes siguen desarrollando propuestas radicales donde el cabello se convierte en soporte artístico, generando texturas, formas y patrones únicos con técnicas propias.


Aquello que une a todas estas propuestas y a otras muchas que han surgido a nivel internacional, es una voluntad común: alejarse del acabado comercial clásico para abrazar una estética más pictórica, abstracta y emocional, cercana al expresionismo abstracto que irrumpió en el mundo del arte en la primera mitad del siglo XX.



Este enfoque, que en el mundo de la peluquería podría definirse como coloración orgánica o intuitiva, se aleja del control absoluto del color y se aproxima más al proceso del artista plástico, donde el resultado es tan importante como el proceso mismo. Así, el ‘hair art’, a través de la coloración creativa está viviendo una auténtica edad de oro.
Transfer Color, la técnica tras el expresionismo de Experimento No Name
El colectivo Experimento No Name sorprendió en la última edición del Show Effervescene, en el marco de Salón Look, al presentar su propio método de coloración creativa: Transfer Color. Esta técnica consiste en aplicar pedazos de papel pinocho humedecido sobre mechones de cabello, que al secarse van transfiriendo sus pigmentos a los cabellos, generando efectos cromáticos absolutamente emocionales y orgánicos.



La aparición de técnicas como Transfer Color implica también una evolución en las herramientas del colorista. Además de los clásicos pinceles, paletas o papeles de aluminio, hoy se incorporan materiales no convencionales como el papel de seda, esponjas, plásticos traslúcidos o incluso pigmentos solubles naturales, que amplían las posibilidades creativas y de experimentación dentro del salón. Este tipo de técnicas requiere, además, un profundo conocimiento técnico: la porosidad del cabello, la compatibilidad de pigmentos, el tiempo de exposición, y sobre todo, la capacidad de controlar el “caos artístico” para que el resultado final sea viable y duradero.
Ya no se trata solo de aplicar color, sino de crear experiencias visuales, de elevar el oficio del colorista a la categoría de artista… e incluso, de ofrecer a los clientes propuestas ultrapersonalizadas que trascienden la peluquería y conquistan el terreno del arte.


