Mª José Llata, directora de Peluquería Llata Carrera, conoce de primera mano la capacidad que tiene la peluquería para ayudar a los más desfavorecidos, demostrando que la solidaridad es uno de los valores más arraigados en esta bellísima profesión.
La importancia de la imagen y la capacidad de la peluquería de transformarnos, también por dentro, es algo que los peluqueros conocen muy bien. Forma parte de la esencia del oficio y es algo que se comprueba tras cada servicio, cuando el o la clienta sale por la puerta. Esa es su verdadera función, pese a que la peluquería puede parecer, para alguien ajeno a este mundo, un ejercicio de superficialidad. Nada más lejos de la realidad.
Es por ello, que algunos profesionales deciden compartir esta posibilidad de cambio y mejora personal a través del cabello colaborando en diferentes acciones solidarias, ya sea en campos de refugiados o ayudando a encontrar una nueva oportunidad laboral. Cortarnos el cabello, mejorar nuestro aspecto, es más que un hábito de cuidado. Como explica Mª José Llata, directora de Peluquería Llata Carrera, y peluquera voluntaria en campos de refugiados y para personas sin recursos: “Desde mi experiencia, puedo decir que es triste, pero al refugiado le va a cambiar la vida. Es un aporte de alegría y pasar un día diferente. Cuando visitábamos campos sirios, tanto como kurdos, para ellos era un día de fiesta, rompíamos su monotonía. En estos campos de refugiados todo es gris, ¡literalmente! Las familias son separadas por mantas grises, las camas son mantas grises, los cobertores son mantas grises, los paisajes son mantas grises. Todo es tristeza y resignación, de modo que intentamos aportar color. Allí, estas visitas son como un arcoíris o como la boda de tu gran amigo”. Respecto a las personas que sufren exclusión social, apunta que el cambio también es muy visible: “Por ejemplo, para una entrevista de trabajo o un evento familiar es cuando he podido comprobar, según sus palabras, la transformación interior que han sentido y eso, en el fondo, es la esencia de mi proyecto. No solo dar un servicio de peluquería, es darlo en base a un fin.”
La imagen es una preocupación inherente a las personas y nos es muy difícil separarnos de lo que vemos reflejado en el espejo. Necesitamos sentirnos identificados con lo que vemos para sentirnos mejor, en equilibrio. De ahí, que este tipo de acciones de ayuda a los más desfavorecidos ponga de relieve cómo la peluquería puede ser una vía hacia el empoderamiento, originando un cambio, y eso es algo que nos une como seres humanos. Así lo expresa Llata: “La preocupación por la imagen que todos queremos proyectar no es una novedad. En todas las etapas de la historia y en todas las partes del mundo sucede lo mismo, ya que nuestra imagen exterior es la que nos distingue y conforma la sociedad. En el caso concreto de personas sin recursos que han iniciado un proceso de búsqueda de empleo, el papel de la imagen es fundamental. La imagen es efectiva cuando es asumida y es asumida cuando es creída, y esto sucede al comprender que ese reflejo del espejo, tras pasar por nuestros cuidados, son ellos y que es su mejorada versión.”
La capacidad de transformarnos interiormente a través del cabello, de ganar confianza, sobre todo en los más momentos cruciales, nos puede suceder a todos. Sin embargo, no todo el mundo tiene acceso a que un profesional le corte el cabello y mejore su imagen. Ese es parte del trabajo que realizan los profesionales que dedican un tiempo a ayudar desinteresadamente a los demás, darles la oportunidad de que ese cambio suceda. Detrás de la acción de las tijeras, hay un cuidado, una atención y la posibilidad de hacer sentir importantes a personas que no reciben en muchos casos las miradas de nadie. En palabras de Llata, esta experiencia solidaria “no ha cambiado mi visión de la peluqueria, siempre me ha parecido esencial. Y la acción de cuidar el cabello de estas personas vulnerables demuestra que más que relevancia simbólica, diría que es real, algo tangible. Yo veo cómo entran y cómo salen, es algo que veo día a día en la peluquería. No solamente es el cabello, es el tiempo de su personalización, escucharles, dedicarles tiempo, y ver como marchan pisando más fuerte.”