Sinónimo de alta peluquería, Carita llegó a erigirse en la firma de mayor lujo y prestigio en Europa.
De huir de la Guerra Civil española a conquistar París por todo lo alto. Ésta es la fascinante historia de las hermanas Rosy y Mary Carita, que aunque mucha gente piensa que eran francesas, en realidad procedían del pueblo catalán de Salardú en la Vall d’Aran. De allí partieron a mediados de los años 30 huyendo de la guerra y de la miseria en dirección a Toulouse, donde al poco tiempo lograron abrir su propio salón. Gracias a su talento y a su gran ambición, además de su visión de una peluquería de lujo en que cuidar hasta el más mínimo detalle, su fama empieza a crecer y en 1943 deciden trasladarse a París, donde al cabo de dos años inauguran su primer salón: inicia aquí la conquista de la capital del mundo de la moda, que pronto acaba rindiéndose a sus pies y reconociendo a Carita como la gran ‘maison’ de la alta peluquería que reina en Europa entre los años 50 y 70.
En esas tres décadas, y desde su legendaria sede en la rue Faubourg Saint-Honoré, Carita se construye una clientela con la flor y nata de la sociedad europea de la época, en la que no faltaban reinas, princesas y damas de la alta nobleza, además de las grandes actrices y cantantes del momento como Catherine Deneuve, Mireille Mathieu, Sylvie Vartan o Isabelle Adjani, entre tantas otras.
Las hermanas Carita fueron las primeras que supieron ver, desde un salón de peluquería, que detrás de los cabellos se esconde un rostro, una mirada, una mujer… y supieron combinar todos los elementos necesarios para “crear belleza” y entenderla como un concepto global, algo que posteriormente exportaron a Milán, Madrid, Barcelona o Roma. Así fue como la Maison de Beauté Carita se convirtió en el alma de la belleza de lujo en Europa. Lanzaron productos de cosmética facial, maquillaje, cuidado capilar… En su salón parisino, que ocupaba un edificio entero en la rue Faubourg Saint-Honoré, ofrecían servicios de peluquería, manicura, pedicura, estética… ¡Tratamientos de la cabeza a los pies! En aquel momento, trabajaban junto a ellas 150 profesionales y atendían cada día a 300 clientes en el salón.
Máximas exponentes de la Haute Coiffure femenina, abrieron el mundo de la peluquería a las mujeres –ya que hasta entonces se consideraba un oficio reservado a los hombres–, formando a numerosas peluqueras y abanderando ellas mismas el cambio. Sin embargo, sus alumnos más conocidos fueron hombres como Jean Marc Maniatis o Raffel Pages, quien se formó en la escuela y la filosofía Carita. Un Raffel Pages que fue ‘reclutado’ a los 17 años por la propia Rosy Carita y que se fue a París con ella para descubrir una manera de entender la profesión que cambiaría su vida para siempre. El mejor tributo de Raffel Pages a su maestra Rosy es toda la documentación que atesora de la firma Carita en su Museo de la Peluquería, de donde proceden las imágenes que ilustran este artículo.