Hombre de múltiples talentos y visión de futuro, Guillaume Guglielmi es una de las figuras clave para entender la evolución de la peluquería del siglo XX.
Guillaume Guglielmi (1903-1989) fue no solamente uno de los más grandes creadores de tendencias del siglo pasado sino también un escultor de gran talento, un inspirado dibujante, un artista visionario y un generoso mecenas. Guillaume nació en la isla de Córcega, como Napoleón, y como aquel, fue un hombre de fuerte personalidad y genial carácter que dejaría huella en el París de su tiempo. Después de formarse en diseño industrial, se sintió atraído por el mundo de la peluquería y asimiló rápidamente sus técnicas gracias a su pasión por aprender y desarrollar su propia creatividad.
En 1928 se trasladó a París, lugar donde ganó un campeonato de peinados permanentados, y donde coincidió con el gran René Rambaud, por aquel entonces una auténtica celebridad. Al mismo tiempo, asiste a cursos de perfeccionamiento y se convierte en enseñante y docente de la profesión. Son los inicios de una larga y fascinante trayectoria como formador que llevaría a formar a miles de peluqueros durante toda su vida: “El futuro pertenece a la gente joven; tenemos que entenderlos si queremos ocuparnos del futuro de nuestra profesión”. En 1932, cuando aún no había cumplido los 30 años, es solicitado por la mítica firma Elizabeth Arden para abrir salones en Estados Unidos. En 1936 se instaló en el número 5 de la Avenue Matignon en París, regentando un salón que se convertiría en el ‘rendez-vous’ del todo París.
Los cortes y los estilos de Guillaume marcaron una época, traduciendo en peinados el espíritu de la moda del momento. En 1936 creó el peinado Page; en el 47, aporta la modacabello para el New Look de Christian Dior; en el 49, lanza la línea Syncopée, en una sublime combinación de cabellos cortos y largos en una armonía de colores. Con su línea F (1954), inventa el corte geométrico, avanzándose a otros creadores de su tiempo. Es en esta época, además, en que peina a cientos de modelos para numerosos desfiles de la Haute Couture parisina. En 1963 crea su célebre peinado Lionne para la conocida pintora Léonor Fini, un estilo que se hizo famoso, dibujado por la propia Fini. La línea Vivante, de 1972, constituirá su última propuesta, ya que es entonces cuando Guillaume cierra las puertas de su famoso salón para consagrarse en cuerpo y alma a la escultura y la escritura.
Muy pronto, la creatividad de Guillaume se plasmó en otros dominios más allá de la peluquería. Su primera escultura, L’Ange, data de 1932. Es una época en que peluqueros como él y como su amigo Alexandre de París frecuentan a artistas y personalidades de la época como el legendario Jean Cocteau, los diseñadores Christian Dior y Christian Bérard, el pintor Gruau, el escritor Louis de Vilmorin, la bailarina Yvette Chauviré… Perfeccionista nato, Guillaume modelaba sus diseños de peinados en arcilla y no era hasta que encontraba su línea y armonía adecuadas, que no los llevaba a la práctica. Muchas de sus obras personales y sus colecciones constituyen un pequeño museo que pueden admirarse en la sede de Intercoiffure Mondial en París, asociación a la que Guillaume dedicó toda su pasión por la formación. Con el fin de poder transmitir su herencia a las generaciones futuras, Intercoiffure Mondial creó en 1982 la Fundación Guillaume, donde se han formado miles de peluqueros jóvenes de los cinco continentes.
Imágenes e información cedidas por el Museo de la Peluquería de Raffel Pages.