He aquí la peculiar historia de ‘Le Merveilleux Peigne Teinturier’, lanzado en Toulouse (Francia) en 1890, que demuestra cómo algunas ideas aparentemente geniales no acaban siempre llegando a buen puerto… ¡por el bien de la profesión!
Y es que el peine comercializado por la maison A. F. Claula a finales del siglo XIX se lanzó como una alternativa mucho más rápida y eficaz respecto al servicio tradicional de coloración, con la ambición de causar un gran impacto en el mercado de la peluquería de aquel entonces. La idea era teñir el cabello a través de un betún que destilaba la caja de la parte central del peine, a medida que se iban peinando los cabellos, pudiéndose obtener tonos castaños, morenos e incluso rubios.
El peine tinturador se lanzó en París, Londres y New York… ¡y hasta se desarrolló un modelo específico para la Exposición Universal de París en 1900! Una Expo, no lo olvidemos, que estuvo marcada por el auge imparable del Art Nouveau en todas sus disciplinas – arquitectura, diseño interior o artes decorativas como joyería, muebles, cristalería, cerámica, lámparas y todo tipo de objetos útiles en la vida cotidiana. El marco ideal vaya, para la presentación de nuestro querido y entrañable peine tinturador que, sin embargo, parece ser que pasó sin pena ni gloria por la Expo… ya que su rudimentario y seguramente demasiado básico sistema de coloración no logró nunca hacer sombra al servicio clásico ofrecido por los maestros coloristas en los salones de peluquería.
El peine tinturador de A. F. Claula puede contemplarse hoy en día en el Museo de la Peluquería de Raffel Pages.
Más información: www.museumraffelpages.com
